El robot mira extrañado el objeto que recién armó a la entrada de
la bella casa.
Su trabajo diario es vasto, pero no se queja; no está en su
programación… Simplemente realiza lo que tiene que hacer de la mejor manera
posible, con la precisión de una avanzada ciencia.
Todos elogian la calidad de su alimento, tanto en nutrición como
en sabor. Todos se sorprenden con la limpieza de la casa, la ropa tan bien planchada,
la loza lavada y todo lo demás que supone un hogar.
Por las noches, duerme como todos, recargando su batería. Al
día siguiente, vuelve a trabajar con base en lo que le indiquen.
Incluso, este extraño objeto…
Un árbol de navidad.
Para el robot, es como cualquier cosa, pero es la primera vez que
los habitantes de esa casa mostraron tanto interés que participaron con él de
la tarea del árbol. Y mientras el robot mira, la gente sigue colocando paquetes
debajo de él. ¿Por qué?
Una rápida búsqueda, usando la fantástica inteligencia artificial
que le distingue, muestra que son regalos de navidad, una forma de intercambiar
amor… hace diez meses, cuando pasó a servir a esta casa, esa palabra
surgió en medio de muchas conversaciones, escuchadas por el robot, que nunca
pudo entenderlo bien.
Al día siguiente, tras mucho trabajo, mucho más que lo normal, el
robot se prepara para irse a dormir cuando su amo lo llama. Está feliz,
más que lo normal, toma uno de los paquetes bajo el árbol y lo entrega al robot.
En un rótulo, el sistema interno del robot es capaz de discernir una palabra: JUANCITO.
Conscientemente, el robot sabe que este es su código para
estas personas, la forma cómo reconocer que requieren algo de él. Tras unos
microsegundos de procesamiento, el robot logra interpretar lo que estaba
pasando.
Este paquete tiene su nombre.
Este paquete es por lo tanto suyo.
Según lo que investigó, es una muestra de amor…
Por otros microsegundos, siente algo… Como si algo internamente
hubiese cambiando.
Lo lleva a la estación en que vive, justo al lado de la lavadora,
y mientras se prepara para recargarse durante la noche, abre el paquete, con la
misma delicadeza que lo había tomado.
Buscando en las redes, encuentra que le habían entregado un
sombrero, algo bastante inútil, nada práctico para su día a día. Así mismo, sin
saber por qué, lo pone en su cabeza y va a dormir…
Por los próximos días y meses, el robot usaría su sombrero sin
fallar. Cuestionados por la empresa sobre su desempeño, los dueños de la casa
no podían estar más felices con sus servicios.
Por años, nadie lograría explicar el anticuado robot que seguía
sirviendo a una cierta familia, y su extraño sombrero, al lado de una bufanda,
camisa hawaiana - sobre la que colocó una corbata - y toda suerte de elementos…
Tampoco lograrían explicar la cantidad de elementos electrónicos
que los miembros de aquella casa portaban, todos con una palabrita escrita – y
escondida, la tenían que encontrar: JUANCITO.
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